Es obvio, que cuando hemos decidido proceder a una subrogación de nuestra hipoteca lo hacemos por conseguir una mejora substancial de exactamente la misma.
Partiendo de lo precedente hay que valorar que no todos y cada uno de los escenarios son positivos para este proceso de modificación puesto que, como hemos comprobado, por poner un ejemplo los gastos de subrogación resultan superiores a los de novación en una negociación de la hipoteca con la entidad donde ya la tenemos alojada.
Por lo tanto, una subrogación merecerá la pena toda vez que las condiciones resulten mejoradas con las hipotecas baratas, de tal modo que superen la opción mejor de novación que la entidad donde tenemos contratada la hipoteca pueda ofrecernos, teniendo asimismo en cuenta los gastos del proceso.
Es fundamental, que tengamos presente asimismo que pese a estos gastos superiores a la novación, la subrogación siempre y en todo momento puede resultar más asequible que la cancelación y formalización de una nueva hipoteca, en tanto que, de entrada, en esta segunda operación siempre y en toda circunstancia vamos a deber aceptar el impuesto de actos jurídicos documentados, que no aceptaremos en una subrogación.
¿Subrogar o bien cambiar a una hipoteca nueva?
Como señalábamos hace tan solo unos años en Fercogestion, en los años anteriores a dos mil ocho la oferta de subrogación era considerablemente más explícita que hoy en día, en verdad, las entidades de finanzas fortalecían la contratación de hipotecas en subrogación prácticamente al mismo nivel promocional que ofrecían las nuevas hipotecas, más todavía, en ciertos casos los beneficios que ofrece a la subrogación difícilmente se alcanzaban en las nuevas hipotecas.
Esto hay que comprenderlo en un contexto en el que las entidades peleaban más por el producto en sí que por el usuario cautivo, el movimiento de hipotecas resultaba interesante y la demanda y oferta era suficientemente extensa para permitir este escenario. Actualmente el escenario es totalmente opuesto, con un campo inmobiliario que ha caído en picado a lo largo de los últimos años y todavía se halla en mínimos, la demanda de la hipoteca como una de las primordiales fuentes de negocio de la banca quedó frenada en seco y no ha vuelto en lo más mínimo a repuntar ni de lejos a los niveles de hace 6 o bien 7 años.
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A lo precedente, debemos sumar el incremento de la relevancia de la vinculación para las entidades de finanzas, ahora resulta mucho más esencial el usuario vinculado por medio de todos y cada uno de los productos posibles que jamás.
Esto produce, el hecho de localizar las mejores ofertas de hipotecas exactamente unidas a los mayores niveles de vinculación, algo que otras no eran tan explícitas ni tan profundas. En consecuencia, la subrogación como tal, concebida como operación independiente al resto de productos financieros del usuario, tiene menor interés y también relevancia que el posible cambio a otra entidad en el que el usuario, aparte de una nueva hipoteca, accede a otros productos; evidentemente esto ubica al usuario frente al inconveniente evidente de la cancelación de la primera hipoteca.